Dolores de cabeza, abortos, cambios en el cerebro, aumento de la sensibilidad general al miedo, problemas pulmonares... Son algunas de las secuelas médicas menos conocidas del atentado terrorista que el 11 de septiembre de 2001 sumió en el caos a la ciudad de Nueva York (EE UU).
Menos niños. Un estudio de la Universidad de California (EE UU) reveló que, debido al estrés causado por el shock psicológico de los ataques terroristas del 11-S, el número de abortos de varones aumento considerablemente en otoño 2001, y en diciembre de ese año nacieron muchos menos niños que niñas. Según publicaban los autores en la revista BMC Public Health, en muchas especies los períodos de estrés reducen el número de crías de sexo masculino que nacen.
Cefaleas. Los trabajadores y residentes de la Zona Cero expuestos al polvo y los gases producidos por el colapso del World Trade Center en septiembre de 2001 sufrieron más dolores de cabeza en los años siguientes, según un estudio llevado a cabo por Sara Crystal, de la Universidad de Nueva York. Las personas que quedaron atrapadas en la nube de polvo inicial son las que más jaquecas han padecido desde entonces.
Bomberos. Los casos de sarcoidosis, un tipo de enfermedad inflamatoria de origen desconocido que afecta en el 90% al pulmón, aumentaron espectacularmente en los años siguientes al 11-S entre los bomberos que intervinieron en la Zona Cero, según un estudio de la Escuela de Medicina Albert Einstein y la Universidad de Nueva York publicado en la revista médica Chest en 2007.
Miedo. Traumas como los del 11-S hacen que el cerebro, concretamente una región conocida como amígdala, se vuelva más sensible al miedo, incluso para personas sanas que vivían a centenares de kilómetros de la tragedia, según un estudio de la Universidad de Cornell que publicaba la revista Emotion. En una serie de experimentos usando resonancia magnética funcional, los investigadores comprobaron que la reacción cerebral era más intensa de lo habitual en centenares de sujetos cuando se les mostraban caras de personas asustadas. Ninguno de los sujetos sufría problemas psiquiátricos.
Cerebro encogido. La cantidad de materia gris de los centros cerebrales que regulan las emociones se redujo considerablemente en los adultos que se encontraban cerca del World Trade Center durante el ataque terrorista, según un estudio publicado en la revista especializada Neuroimagen en abril de 2008. El descenso en el volumen de materia gris podría ser una respuesta normal del cerebro ante un trauma, según concluía Barbara Ganzel, coautora del trabajo.

La caída de las Torres Gemelas provocó la dispersión de miles de toneladas de materiales tóxicos. Estos residuos estaban compuestos por materiales no fibrosos y escombros de plomo y mercurio. Además, durante los incendios que ardieron durante los tres meses siguientes se liberaron elevados niveles de dioxinas e hidrocarburos policíclicos aromáticos. Todas estas sustancias nocivas han causado diversas enfermedades en los equipos de rescate y de reconstrucción que trabajaron en la zona cero. Estos efectos, por la dispersión de los materiales y la nube de humo por toda Nueva York, ha creado problemas de salud a habitantes de toda la zona sur de Manhattan e incluso a la cercana Chinatown, más al norte. 7.300 trabajadores de la zona cero presentaron denuncia y reclaman compensaciones a la ciudad por haber estado expuestos y manipulando sustancias tóxicas.


Uno de los homenajes a las víctimas más llamativo que se ha llevado a cabo es el llamado Tribute in Light. Se trata de dos inmensos haces de luz que se proyectaban hacia el cielo desde los puntos en que se encontraban situadas las dos Torres Gemelas. Este memorial, que funcionaba a partir de biodiesel, se encendieron por primera vez en el año 2002 y, aunque estaba previsto que dejaran de hacerlo en 2008, no han dejado de hacerlo.
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